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A un paso del famoso Carré d'Art en Nimes, hay un edificio con una divertida fachada tradicional y contemporánea a la vez que esconde un apartamento de 220 m2 renovado por la agencia Roulle-Oliveira Architectes. Con sus cuarenta y cinco ventanas, sus dos enormes ventanales con puertas correderas empotradas y su patio central, este proyecto podría ser difícil de calentar. Sin embargo, una sola estufa de pellets Stûv y tres calentadores de toallas son suficientes para transformarlo en un nido acogedor, incluso en pleno invierno.
La historia comenzó hace 8 años cuando los arquitectos Sophie Roulle y Maxime Oliveira establecieron su estudio en la planta baja de un edificio de dos pisos en Nimes, cerca del Carré d'Art de Norman Foster. En 2014, los propietarios del apartamento de arriba fueron a verles: tenían la intención de renovarlo para poder alquilarlo más adelante, pero el alto coste de las obras les hizo cambiar de idea y finalmente optaron por venderlo. Sophie Roulle y Régis, su compañero, acababan de vender su casa, así que aprovecharon la oportunidad y compraron la propiedad para convertirla en su residencia principal.
El lugar presentaba varios inconvenientes: estaba expuesto al noreste, era especialmente oscuro y demasiado estrecho para dar cabida a todo el proyecto deseado por sus nuevos propietarios, que incluía cinco dormitorios, una sala de estar abierta y, de ser posible, una piscina. En lugar de tratar de transformar lo existente, Sophie Roulle decidió destruirlo todo y, de acuerdo con el arquitecto de edificios de Francia, aprovechó la oportunidad para agregar un tercer piso al edificio, lo que permitió integrar el conjunto de especificaciones del diseño.
Así, el primer piso ahora alberga una suite principal, pero también las salas de estar: un extenso patio accesible por unas grandes ventanas correderas empotradas y una cocina abierta en una gran sala de estar donde reina la estufa de pellets P-10 de Stûv, instalada por la empresa Ambiance Chaleur de Nimes. «La opción de los pellets fue una decisión obvia para nosotros, ya que es mucho más práctico mover bolsas que troncos, especialmente hasta el primer piso», dice el arquitecto, quien también afirma haber preferido la marca belga por la elegancia de los diseños de sus productos, pero especialmente por su llama, que es inconfundible. Los cuatro dormitorios, dos de los cuales tienen un baño independiente, están agrupados en el segundo piso, que también alberga una terraza con piscina, ubicada justo encima de la habitación principal.
El último truco para mejorar la iluminación: la multiplicación de ventanas, ya sea en la fachada o en el techo. En total, hay cuarenta y cinco aberturas repartidas en 220 metros cuadrados que dejan entrar los rayos de sol. Una decisión que no deja de tener consecuencias, especialmente térmicas: «Con tantas ventanas y una superficie tan grande, nadie habría imaginado que una estufa y tres calentadores de toallas serían suficientes para calentar todo el espacio, especialmente durante el invierno nimeño, que es mucho más frío de lo que parece».
«Sin embargo, la combustión de pellets es tan efectiva que estos cuatro elementos satisfacen sobradamente nuestras necesidades», concluye Sophie Roulle, con una cálida sonrisa.
Basta observar su llama vertical y poderosa para reconocerla. Un auténtico distintivo, debido a la particular combustión de los pellets, que la marca ha sabido potenciar gracias al diseño de la cámara de combustión. Con una gran parte acristalada, esta cámara también es ajustable con una simple llave, una «empuñadura de tacto frío», que permite a los usuarios disfrutar de la belleza del fuego desde cualquier lugar de la casa. Para conseguir una apariencia refinada y elegante, todos los elementos técnicos, como el depósito de pellets o el cenicero, están ocultos en la base, cuyos acabados se pueden personalizar. Sin duda, esta estufa encontrará su lugar en su hogar, por muy singular que sea.
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